Desde mi infancia, apreté otras manos tan pequeñas como las mias a las que podía sostener y saboreé en serenidad las primeras gotas de felicidad de mi naciente vocación.-
Fue un día. Aquella tarde la Hna. Directora había entrado preocupada al salón de 7mo. grado en busca de apoyo escolar, la maestra encargada había acusado ausencia. Aún recuerdo cuando se paró a mi lado y me consultó con la mirada. En ese momento no sé que primó mas: si la responsabilidad por la elección o esa desconocida vocación que me llevara a "soplar" ayuda entre los bancos de alguna lección olvidada. El sistema de internados limitaba mis proyectos pero el destino se hizo a un costado y me dejó continuar. Desde aquel día apreté otras manos tan pequeñas como las mías a las que también podía sostener. Ese día, en serenidad, saboreé las primeras gotas de felicidad de mi naciente vocación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario